Érase
una vez, hace mucho tiempo, en un hermoso país llamado Rusia, existía una
hermosa reina altruista y generosa como nunca antes había existido en ningún
otro reino.
Intentaba distribuir
las riquezas de su país de manera equilibrada para que todo su pueblo pudiera
disfrutar de las mismas comodidades y los mismos lujos y que estos no
estuvieran destinados solamente a unos pocos.
Se
encargaba de realizar muchas fiestas y festejos a los que acudían otras gentes
de lugares muy lejanos, ya que la Reina Eslovana quería compartir con
ellos su alegría y felicidad por la vida y por su querido pueblo Ruso. Rusia
destacaba por la armonía de sus calles, la belleza de los vestidos diseñados
con un estilo pelicular y llamativo que muchas personas de otros lugares
acudían para poder comprar. Era un pueblo precioso, no solo exteriormente, si
no que las personas disponían de una belleza natural interna, ya que a
pesar de disponer muchos bienes materiales eran capaces de compartirlos
alegre y despreocupadamente con otras personas. Este era el espíritu que la
Reina Eslovana había deseado para su pueblo y que tan cuidadosamente había
cultivado.
Los
vestidos eran expuestos día tras día en escaparates y la gente disfrutaba tan
solo acercándose y mirando la perfección con la que habían sido elaborados.
Muchos sastres vecinos acudían a comprobar cómo habían sido elaborados, pero no
encontraban explicación ante tanta majestuosidad y simetría.
Los días pasaban
felizmente en el Pueblo Ruso. Petri era la hija del gran anfitrión que
organizaba las fiestas, era tan solo una niña de doce años, pero le encantaba
colaborar adornando las mesas de los invitados con hermosas flores que ella
misma se encargaba de cuidar en su pequeño invernadero. Petri adoraba a la
reina Eslovana. Como su mamá murió cuando ella era pequeñita, había traslado su
ideal de figura materna en ella y en muchas ocasiones Eslovana le contaba
cuentos infantiles y le cantaba canciones para llenar el pequeño corazoncito de
Petri.
Un
día de repente todo comenzó a cambiar en Rusia, comenzaron a sentirse algunas
voces que anunciaban que un extraño personaje se había instalado en las afueras
del pueblo con extraños propósitos.
A
partir de ese momento el aire comenzó a cambiar y las gentes de Rusia
comenzaron a sentir un rencor, orgullo y egoísmo que antes nunca habían
sentido. La princesa Eslovana comenzó a preocuparse, ya que la armonía y el
equilibrio por el que tanto había luchado comenzaba a desvanecerse.
Y
es que no muy lejos de allí, el sastre malasangre estaba elaborando un plan
para destruir a Rusia. Había sido considerado uno de los sastres más famosos de
todo el mundo, hasta que la reina Eslovana apareció con su armonía y perfección
y los Rusos comenzaron a elaborar patrones para vestidos muchos más bonitos que
los que él realizaba. Estudió meticulosamente los patrones de los Rusos, para
estudiarlos, copiarlos y mejorarlos, pero se dio cuenta que la perfección de
los mismos se debía únicamente a la manera en como habían sido elaborados. Eran
tan perfectos porque estaban construidos mediante personas que desprendían a
través de sus manos altruismo, benevolencia y amor al prójimo. Él nunca podría
llegar a copiarlos porque carecía de estas cualidades. Nunca podría llegar a
realizarlos de la misma manera y, por lo tanto, nunca podría volver a ser
considerado el mejor sastre de Rusia. Esta frustración hizo que el sastre
malasangre diseñara un plan para acabar con la bondad y armonía en Rusia y que
de esta manera no se pudieran seguir elaborando esos maravillosos vestidos. Así
que poco a poco fue pensando en cómo podría arrebatarles estas cualidades y
encontró rápidamente la solución. Se encargaría de diseñar y distribuir por
toda Rusia unos espejos que fueran capaces de captar las emociones y cualidades
positivas del pueblo Ruso. De esta manera, si su gente ya no tenía estas
cualidades los vestidos que diseñaran ya no serían iguales y perderían toda la
fama y prestigio que hasta ahora habían tenido.
Así
que de esta manera comenzó a crear unos espejos que eran capaces de captar toda
la emoción positiva de las personas que se reflejaban en ellos. El pueblo Ruso,
al mirarse a través de los espejos, perderían su bondad, altruismo, alegría y
benevolencia que serían sustituidos por el reflejo de las emociones perversas
del sastre malasangre. Todas las emociones positivas quedarían registradas en
los espejos que el sastre acumularía en una gran sala distribuida por enormes
pasillos, en los que cuando él se mirase, captasen toda la belleza del amor
altruista que había en ellos y de esta manera podría construir vestidos
tan perfectos como los que se habían estado realizando en toda Rusia.
Cuando
los espejos estuvieron listos, se encargó sigilosamente de distribuirlos por
todo el pueblo. Los vendía a bajo precio o los sustituía por los existentes
poniendo cualquier excusa para que los Rusos tuvieran que comprarlos. De esta
manera todas las casas y establecimientos dispusieron pronto de los espejos del
sastre maligno.
Por
esta razón, Rusia comenzó a sentir la falta de amor, de bondad y altruismo que
antes tenía y sus gentes comenzaron a sentir sensaciones y emociones que
supusieron la destrucción de la armonía del maravillo pueblo. Hasta la reina
Eslovana perdió estas cualidades, ya que, al mirarse en uno de ellos, sus
emociones se quedaron retenidas en él para siempre.
A
todos les comenzó a invadir el orgullo, el egoísmo y la vanidad. Los vestidos
dejaron de fabricarse y ya no se celebraron más fiestas en el pueblo. Todos los
rusos habían perdido su armonía excepto Petri.
Petri
era la única que no había perdido sus cualidades, aunque se miraba en los
espejos del sastre maligno, sus emociones no se perdían en el reflejo,
permanecían junto a ella. Pero de todas formas se sentía muy triste al
comprobar que el resto de sus compañeros, familiares y amigos habían perdido
sus sentimientos positivos.
Petri
se encontraba muy sola ante tanta emoción maligna, intentaba buscar una
explicación para que su pueblo volviera a ser el de antes, pero no hallaba el
motivo que hacía que las personas se hubieran trasformado de aquella manera.
Así
que un día decidió salir a inspeccionar el terreno acompañada de Holly su
pequeño hámster. Se dirigió con su pequeña bicicleta hacia las afueras del
pueblo y llegó hasta la casa del extranjero. De manera sigilosa se asomó a
través de la pequeña ventana que daba al comedor de la instancia y desde allí
contempló estupefacta la colección de vestidos que el sastre malasangre estaba
confeccionando:
- ¿Has
visto eso Holly?- dijo Petri dirigiéndose a su hámster. Son como los vestidos
que nosotros elaborábamos antes. Son como los nuestros, y ahora parece ser que
este extraño sastre los confecciona con la misma perfección con la que nosotros
los elaborábamos antes de perder nuestras maravillosas emociones- dijo
tristemente Petri.
-
Quizás esto guarde relación con lo que ha estado ocurriendo en nuestro pueblo-
continuó meditando para sí misma Petri.
De
repente, el sastre maligno se levantó de la silla, se dirigió hacia la chimenea
y en lo alto alcanzó una gran llave con la descendió escaleras abajo.
- ¿A dónde
conducirán esas escaleras? – exclamó sobresaltada Petri. Quizás allí hallaremos
las respuestas a nuestras preguntas.
Petri
permaneció horas y horas esperando a que el sastre volviera a aparecer,
pero se le hizo muy tarde y tenía que volver a su casa donde la estaban
esperando seguramente para cenar. Así que decidió marchar y volver al día
siguiente para intentar introducirse en el hogar del sastre y ver que se
ocultaba debajo de las escaleras.
Al
día siguiente Petri volvió muy temprano a la casa del sastre malasangre. Por
suerte este se hallaba durmiendo plácidamente en su habitación. Tenía que
aprovechar en ese momento para introducirse en su casa y hacerse con la llave.
Así
que de manera sigilosa Petri se coló por la ventana trasera y se deslizó por el
suelo hasta llegar a la chimenea donde el sastre ocultaba la llave. Una vez que
le dio alcance descendió por las escaleras y comprobó que una gran puerta
metálica se encontraba al final del gran desván.
-
Esta debe ser la puerta que abre esta gran llave- dijo Petri a Holly. Ahora es
el momento de entrar a comprobar lo que está ocurriendo, mientras el sastre
está dormido. Tú quédate aquí y si ves que el sastre comienza a
despertarse, ven en mi busca para avisarme- dijo Petri sin ningún tipo de temor
a su pequeño hámster.
Holly
escuchó atentamente las instrucciones de su querida amiga y permaneció alerta
al principio de la puerta desde donde podía comprobar los movimientos del
sastre.
Petri
giró en varias ocasiones la llave y el pomo de la puerta se abrió. Cuando
atravesó la puerta pudo comprobar con asombro que un gran laberinto de espejos
se distribuía por toda la sala. Se quedó asombrada cuando comprobó que cada uno
de los espejos reflejaba imágenes de personas del pueblo de Rusia. Muchos de
ellos reflejaban armonía, otros reflejaban paz y caridad, altruismo,
benevolencia y muchas otras más imágenes se sucedían unas tras otra en cada uno
de ellos. El laberinto se hacía eterno. Miles de espejos se orientaban en
zigzag y en círculo descubriendo lo que parecía un camino hacia algún sitio
oculto.
De
repente Holly apareció corriendo y gimiendo avisando a su ama de que el tirano
se había despertado y que se dirigía hacia las escaleras.
-
Gracias Holly. Ahora mismo nos ocultaremos detrás de ese espejo- dijo Petri. Pero
tendrás que dejar la llave donde estaba, antes de que el sastre descubra que no
está allí. Yo le esperaré aquí a verle aparecer e intentar seguirle por el
interior del laberinto para comprobar hacia donde lleva el camino de los
espejos.
Y
dicho esto Petri cedió la llave a su hámster que con ligeras dificultades pudo
dejar la llave en su sitio antes de que el sastre pudiera echarla en falta.
Al
cabo de un rato Petri escuchó abrirse de nuevo la puerta del desván y vio
aparecer al sastre seguido de muy de cerca por Holly, que, de momento,
permanecía desapercibida ante los ojos de malasangre pero no podía descuidarse
ya que el sastre iba acompañado por su enorme gato negro que lo acompañaba como
si de su sombra se tratase.
-
Bueno mi querido Walter, ya hemos llegado a mi precioso recinto de los
reflejos. Por fin me podré volver a nutrir de todas las buenas emociones de la
gente de Rusia y continuar confeccionando mis maravillosos vestidos que podré
vender a precios muy elevados y de esta manera volver a recobrar mi prestigio,
mi fama y sobretodo, mis riquezas- dijo a carcajada limpia el sastre a su gran
gato.
-
Así que de eso se trata- pensó para sí misma la dulce Petri. Ha fabricado esos
espejos para captar las emociones positivas de mis queridos familiares y amigos
de Rusia y ha dejado en su lugar, su pérfido reflejo de sentimientos oscuros-
dijo tristemente Petri. Tengo que hacer algo para devolver las emociones a cada
uno de ellos para volver a recuperar la armonía en mi pueblo. - continuó
meditando Petri.
De
manera pausada Petri siguió de cerca al sastre que la condujo a través de
numerosos pasadizos secretos que formaban un extraño laberinto. Cuando llegaron
a final de él pudo comprobar que el gran centro se hallaba un gran espejo de
oro y diamantes desde donde podía verse el reflejo de la reina Eslovana.
-
Mira Walter. Eslovana cada día amanece hermosa y pura en su reflejo. Pero en
cuanto me mire a través de él esas emociones volverán a ser mías y con ellas
las del resto de los espejos de todos los ciudadanos de Rusia- dijo exclamando
mirando maliciosamente a su gato que permanecía a su lado de manera perpetua.
- ¡Oh
Dios mío!, no puede ser. ¡Es el reflejo de Eslovana!- dijo Petri muy alarmada.
Así que cada día el pérfido sastre se mira en su reflejo y roba todas sus
emociones positivas. ¡Mira que llega a ser malvado este sastre malasangre!
Cuando
el sastre acabó de mirarse en el reflejo de Eslovana su espíritu volvió a
recobrarse de energía positiva.
-
Vámonos Walter a seguir fabricando más vestidos hermosos y perfectos para
vender- dijo malasangre.
Petri
volvió a seguir al sastre por el laberinto intentando acordarse del camino,
pero comprobó que resultaba muy difícil adivinar el recorrido ya que había sido
estratégicamente diseñando para que nadie a excepción del sastre pudiera llegar
hasta la sala central del espejo de Eslovana.
Petri
tuvo que esperar dentro del laberinto hasta el día siguiente a que el sastre
volviera a aparecer. Aprovechando que dejó abierta la puerta del desván pudo
salir al exterior y pudo reunirse con su querida mascota.
-
¡Hola Holly! ¿Me has echado de menos? - dijo cariñosamente a su hámster. He
descubierto muchas nuevas cosas que más tarde te explicaré. Juntos tenemos
que elaborar un plan para derrotar al sastre malasangre- dijo muy seria Petri.
Cuando
llegó a casa Petri meditó durante largo rato la manera en cómo podría devolverles
a las personas sus emociones perdidas.
-
Parece ser que el espejo principal es el que tiene retenido el reflejo de
Eslovana- dijo Petri a Holly. Si pudiéramos llegar hasta él sin que el sastre
se diera cuenta…- continuaba reflexionando Petri.
-
Entonces si alguien se reflejara en él captaría las emociones de Eslovana también.
- continuó pensando Petri.
-
Si pudiéramos llevar a Eslovana al interior del laberinto y que se reflejara en
él sus emociones volverían otra vez con ella, pero el resto de reflejos
continuarían permaneciendo en los demás espejos- dijo Petri desanimada.
-
Aprovecharemos una noche para introducirnos en el laberinto, buscaremos ayuda
de tus amigos los hámsteres que recorrerán todo el laberinto reflejándose en cada
uno de los espejos. Ellos captarán las emociones positivas retenidas y
volveremos al poblado donde se volverán a mirar en los espejos del pueblo.
Cuando cada emoción esté de vuelta en los espejos de origen, haremos que todos
los ciudadanos se vuelvan a mirar a través de ellos y de esta manera recuperen
sus emociones positivas perdidas. Después destruiremos todos los espejos
malignos de las casas y de los establecimientos para evitar que se vuelva a
producir la misma situación. Las emociones negativas volverán a los espejos del
sastre que en cuanto vuelva a mirarse en el espejo de Eslovana solo encontrará
las sucias emociones que nunca debieron salir de él.
-
Yo mientras tanto permaneceré oculta en el laberinto esperando que llegues para
avisarme de que todos los espejos del pueblo han sido destruidos y poder
comenzar con la segunda parte del plan.
Una
vez concretada la primera parte del plan, Petri decidió que lo podrían en
marcha al día siguiente durante la noche, cuando el sastre y su enorme gato
permanecieran dormidos.
Al
día siguiente Petri partió acompañada por un ejército de hámsteres amigos de
Holly. Se introdujeron sigilosamente en la casa del sastre y abrieron la puerta
del desván. Todos los hámsteres comenzaron a recorrer el camino inundado de
espejos y fueron captando en su interior cada una de las emociones hasta llegar
a la sala del espejo principal. Gracias a la buena orientación que los
hámsteres tienen no les fue muy difícil hallar el camino de vuelta.
- ¡Bien hecho
amigos!- dijo Petri abrazándose a todos y cada uno de sus pequeños amigos.
Ahora debéis volver al pueblo y dejar las emociones cada una en su respectivo
reflejo. Después darle esta nota a mi padre para que destruya todos los
espejos. Cuando estén destruidos venid a avisarme para comenzar la segunda
parte del plan. Yo esperaré tu aviso- dijo Petri a Holly que escuchaba
atentamente.
Los
hámsteres volvieron al poblado y gracias al plan de Petri todas las emociones
volvieron de vuelta la armonía a Rusia. Holly entregó la nota al padre de Petri
que se encargó de destruir los espejos.
Ahora
faltaba eliminar al sastre para que no volviera a tramar de nuevo otro pérfido
plan que acabara con el equilibrio Ruso.
Al
día siguiente como cada día el sastre se dirigió al desván para mirarse en el
reflejo de Eslovana.
Mientras
se dirigía hacia el desván iba pensando en la cantidad de nuevos vestidos que
fabricaría ese día.
De
repente Holly apareció delante de los ojos de Walter que se quedó asombrado
viéndola recorrer toda la estancia y comenzó a perseguirlo por toda la casa.
-
Bueno Walter. Hoy tienes faena extra. Atrapa a ese estúpido ratón mientras yo
me dirijo al laberinto. Espero que cuando esté de vuelta ese bicho haya
desaparecido- dijo alarmado el sastre.
El
sastre se dirigió como siempre al desván y fue recorriendo los diferentes
pasillos. Detrás de él se acercaba Holly seguido desesperadamente de Walter. La
segunda parte del plan estaba surtiendo efecto. El gato cuando hubo llegado al
pasillo de los espejos se quedó asombrado viendo en todos los espejos el
reflejo de los hámsteres que Petri durante toda la noche había dibujado en
ellos. Cuando se acercaba a cada uno de ellos para alcanzarlos no hacía más que
chocar contra ellos y de esta manera iba acumulando las emociones negativas
acumuladas en cada uno de ellos.
Una
vez que el gato las captaba los espejos quedaron vacíos sin nada que volver a
reflejar nunca más.
Petri
y Holly se dirigieron a la salida del laberinto antes de que el sastre se diera
cuenta de lo que estaba ocurriendo y con un gran estruendo cerraron la puerta
principal del desván para siempre sellándola con un gran candado para que el
sastre nunca más pudiera salir del laberinto.
Pero para su asombro cuando el sastre se miró en el espejo solo descubrió la imagen de un gato negro desprovisto de emociones.
Con gran horror en su voz comenzó a gritar desesperadamente, llorando y gritando de rabia que se vio transformada en un gran maullido.
En aquel momento apareció Walter desesperado buscando al hámster, lleno de las emociones negativas de su querido amo.
De
esta manera Petri libró a todo el poblado del malvado sastre y con ello volvió
a reinar la armonía en el país de Rusia.
Y
no podemos dejar de lado a los buenos hámsteres y a la fama que consiguieron
por ser unos animales muy listos y capaces de encontrar la salida ante
cualquier laberinto.
Lo
que no es del todo cierto es que la ruptura de los espejos cause mala suerte ya
que para Petri y el poblado Ruso supuso la vuelta a la paz y la armonía que
nunca debieron ser arrebatadas de la gente bondadosa de Rusia.
Y
colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Los
Wikicuentos multiculturales Por Mónica Zambrano.
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