Como
cada año en el colegio de Lola se celebra el día de la castañada asistiendo al
parque de Halloween que es un gran parque de atracciones que se encuentra a las
afueras de su pueblo en Salamanca.
Todos
sus amigos están muy emocionados y contentos pensando en el magnífico día que pasarán
todos juntos en el parque y en la cantidad de atracciones en las que podrán
montarse. Lola y sus amigos del colegio han decidido asistir al parque
disfrazados y preparan muy contentos una bolsa llena de ricas castañas y
boniatos para merendar. Han elegido muy atentamente sus disfraces. Unos irán
vestidos de pingüinos, otros de elefantes y alguno irá disfrazado de oso polar.
Todos
esperan impacientes en la puerta del colegio a que el autocar escolar los lleve
al parque de atracciones.
- ¡Mira Lola! Por ahí viene el autocar del
colegio- dijo Pedro emocionado con su disfraz de ballena viendo acercarse el
autocar.
- ¡Si, es cierto! Por fin ha llegado- exclamaba
Víctor que iba disfrazado de orangután.
Todas las mamás
esperaban también impacientes a que los niños acabaran de subir al autocar y
poder despedirse de ellos hasta la tarde cuando regresaran de la excursión.
El autocar llegó rápidamente a su destino. Javier, Lola y Víctor miraban entusiasmados por las ventanillas admirando los jardines y los diferentes puestecitos de alimentos que se encontraban en la entrada principal del parque de atracciones.
Cuando
bajaron del autocar se dieron cuenta de que no era el único colegio que había
decidido celebrar el día de la castañada en el parque de atracciones. Otros
muchos niños se reunían en la entrada, igualmente disfrazados, a que el parque
abriera sus puertas.
- ¡Venga chicos! - dijo la profesora Yolanda a
los niños. Ya podéis entrar. Recordad que tenéis que ir todos de la manita y de
dos en dos. Cualquier imprevisto que pueda ocurrir o si alguien se pierde
recordad que quedamos en encontrarnos en la puerta principal del parque-
explicaba Yolanda ante la atenta mirada de los chicos.
- Lola y Víctor irán juntos. A ver. Teresa y
Pedro. Margarita y Elena…
Y de esta manera la profesora guiaba a los
niños y los iba agrupando por parejas.
La
primera atracción a la que subieron fue la gran montaña rusa donde Lola gritaba
y gritaba sin parar ante la velocidad con la que el pequeño cochecito tomaba
las curvas.
A
ella le siguieron el barco pirata, la Noria y otras cuantas atracciones más en
las que los niños disfrutaron de lo lindo.
De
repente la señorita se mostró nerviosa y alarmada, ya que se había dado cuenta
que un par de niños habían desaparecido.
- Habéis visto a Lola y a Víctor. - preguntó la
profesora inquieta al resto de niños
- Hace tiempo que no los hemos visto- dijeron
varios niños a coro.
- Ahora mismo iré a la entrada principal y
pediré al encargado del parque que los avise por megafonía-dijo en un tono
preocupado la profesora Yolanda.Mientras, ajenos a lo que estaba sucediendo en el grupo, Lola y Víctor reían despreocupados mirando el tren de la bruja.
- Lola, ¿qué te parece si nos subimos al tren de la bruja? – dijo Víctor a Lola muy convencido.
- Si, de acuerdo. Vamos. Me encantan las brujas- dijo Lola.
Los
niños estaban tan emocionados recorriendo el parque de atracciones que no se
habían dado cuenta que se habían separado mucho del resto del grupo.
De manera despreocupada subieron al tren de la bruja.
- ¡Ostras Víctor! Te has dado cuenta de que estamos solos- dijo Lola que en aquel momento se dio cuenta que se habían perdido.
- Pues es cierto. Con la emoción no me había dado cuenta- dijo Víctor.
- Pero no te preocupes. Cuando bajemos iremos a la puerta principal donde hemos quedado con la señorita y allí nos volveremos a juntar con el resto de nuestros amigos- concretó Víctor.
Los niños subieron al pequeño carrito que formaba parte del tren y esperaron a que el tren se pusiera en marcha.
El tren comenzó a silbar y silbar anunciando la llegada de la bruja que daba escobazos por encima de las cabezas de todos los niños, gritando y exhalando:
- ¡Os voy a comer, os voy a comer! - decía la bruja agitando su gran escoba.
- ¡Mira Víctor, allí viene otra vez! - gritaba Lola contenta cuando la veía aparecer.
Pero
de repente algo pasó en el pequeño trenecito y el cochecito donde iban sentados
Víctor y Lola se soltó del vagón principal y cayó rodando y rodando por el
interior del túnel de la bruja.
Víctor y Lola quedaron extendidos en el suelo. Una vez que se recobraron del susto, se levantaron y se dieron cuenta que habían aterrizado en el interior de una extraña cueva iluminada por pequeñas luces de farolitos que indicaban un camino hacia el interior.
- Lola, creo que nuestro vagón se ha desprendido del tren – dijo Víctor.
- Tenemos que hallar la salida del túnel. Quizás esos pequeños farolillos nos indiquen la salida- dijo muy convencido Víctor.
- Pero está muy oscuro. ¿Y si no es la salida correcta? - preguntó algo asustada Lola.
- No tenemos otra alternativa. Por aquel lado está más oscuro todavía y no podremos ver prácticamente nada. Es mejor seguir este otro camino que está algo más iluminado- dijo Víctor a Lola intentando animarla dulcemente.
Los dos niños decidieron tomar ese camino. Mientras caminaban miraban a su alrededor asustados temiendo que se apareciera algún fantasma o algún otro ser maléfico del interior del túnel. Víctor pareció leer los pensamientos de Lola y le susurró al oído:
-No
te preocupes. No aparecerá ningún fantasma. Y si aparece yo te defenderé con
mis garras de orangután- dijo Víctor acariciando la manita de Lola.
Cuando llegaron al final del túnel, una gran puerta dorada abría paso al interior de una sala. En ella los niños se quedaron asombrados por lo que acaban de ver en su interior.
- Pero ¿dónde estamos? -gritaba Lola. ¿Y qué hacen todos esos perritos encerrados en esas enormes jaulas? – preguntó asombrada a Víctor que permanecía igualmente sorprendido.
- Quizás se trate de una perrera o de algún tipo de guardería para perros- dijo confiadamente Víctor.
- Pero no parece que estén muy contentos. Y se ven muy poco cuidados. Además ¿te has dado cuenta que todos son de diferentes razas? - dijo Lola muy atenta observando de lejos a los perritos.
- Pero si estáis aquí mis indefensos perritos- dijo en un tono cruel y malvado.
- Pronto desapareceréis de vista y con vosotros todos los horribles perros que rodean la faz de la tierra-dijo la bruja riendo a carcajada limpia.
- Esta noche con la luna llena acabaré mi hechizo con el que destruiré a todas las especies y razas de perros que inundan mi existencia- dijo acariciando un frasco de cristal que parecía contener la pócima de un extraño encantamiento.
- ¿Has oído eso? – dijo Víctor sigilosamente a Lola. Esa odiosa bruja quiere acabar con los perritos. Tenemos que hacer algo para evitarlo.
- Pues sí que es malvada la bruja. ¿Porque debe querer acabar con ellos? – preguntó Lola.
- No lo sé. Pero no tenemos tiempo que perder. Tenemos que deshacernos de la pócima y después de la malvada bruja- dijo Víctor.
- ¡Y yo que pensaba que esta bruja no era tan mala! - dijo Lola tristemente. A mí siempre me han gustado las brujas- dijo casi sollozando.
- Bueno, supongo que habrán brujas que no sean tan malas- dijo Víctor intentando animar a Lola.
Cuando
la bruja se acercó, los perros comenzaron a ponerse rabiosos y a ladrar y
ladrar todos a la vez. De repente la bruja sacó de bolsillo un diente de
Unicornio y con él en la mano dijo unas palabras mágicas y todos los perros
dejaron de ladrar instantáneamente y cayeron dormidos.
- Así dejareis de protestar durante un rato y me dejareis trabajar tranquila- dijo la bruja volviéndose a meter el diente de Unicornio en su bolsillo.
- ¿Has visto eso Lola?- dijo Víctor dirigiéndose a Lola. Madre mía. Esta bruja se las sabe todas. Tenemos que esperar a que los perritos se vuelvan a despertar y entonces distraer a la bruja. Haremos que salga de la sala y que se dirija hacia la entrada del túnel. Cuando esté lejos, alcanzaremos la llave que abre los candados de los perritos y los liberaremos. Una vez que estén libres podrán atacar a la bruja y podremos salir corriendo de aquí. Avisaremos a la policía de lo que la bruja ha pretendido hacer con esos perritos- explicó detalladamente Víctor a Lola.
- Tú Lola te encargarás de distraer a la bruja haciendo ruidos y obligándola a ir a investigar fuera de la sala. Cuando ella esté lejos, yo iré en busca de la llave y abriré todas las jaulas donde se encuentran los perritos. Tenemos que darnos prisa, antes de que anochezca y la bruja aplique su pócima malévola sobre ellos- dijo Víctor.
- De acuerdo. - contestó Lola algo preocupada.
Al
cabo de un rato llegó el momento de comenzar a aplicar su estratégico plan.
Lola salió corriendo sin ser vista hacia la parte anterior del túnel y comenzó
a realizar ruidos lanzando al suelo las castañas que tenía en su bonita
mochila. La bruja, en cuanto oyó ruidos extraños en el exterior de la sala, fue
de inmediato a comprobar que era lo que estaba pasando. Cuando la bruja se
dirigía hacia el túnel, Víctor salió corriendo en busca de la llave, con la
mala suerte de que tropezó y cayó por el suelo rodando. La bruja se giró y vio
a Víctor extendido en el suelo. De repente exclamó:
- ¿Pero se puede saber qué es lo que ocurre aquí? - dijo la bruja dirigiéndose a Víctor.
- Pero si se trata de un nuevo perrito ¡Hum! ¿De qué extraña raza será este perro? . Nunca había visto nada similar. ¿Cómo habrá llegado hasta aquí? Seguramente que habrá acudido olfateando el túnel en busca del resto de perritos- concluyó la bruja.
Y
dicho esto la bruja recogió a Víctor del suelo y lo encarceló con el resto de
perritos. Y es que la bruja, que no veía del todo bien, confundió a Víctor con
un perro gracias a su famoso disfraz de orangután.
- ¡Oh Dios mío! - pensó Lola cuando se dio cuenta de que la bruja había metido a Víctor en una de las jaulas. ¿Y ahora qué hago yo?- dijo sollozando Lola.
Pero
lo que Lola no sabía era que Víctor, en un descuido de la bruja cuando quiso
levantarlo del suelo, había podido alcanzar el diente de Unicornio que estaba
en el interior de su bolsillo. Ahora lo tenía él y esperaría el momento
oportuno para explicárselo a Lola y poder aplicar el conjuro sobre ella. Pero
en aquel momento Víctor se alarmó ya que no podía recordar las palabras del
conjuro que la bruja había pronunciado.
- ¡Ostras! Ahora no recuerdo las palabras que pronunció la bruja. Espero que Lola las recuerde- pensó Víctor en estado dubitativo.
- Bueno. Ya tengo todas las razas de perros que existen en todo el mundo, más uno- dijo riéndose la bruja dirigiéndose hacia Víctor que intentaba permanecer quieto y callado para que la bruja no se diera cuenta del error que había cometido confundiéndolo con un perrito.
- En fin. Ya es hora de descansar un rato, que esta noche me espera un duro trabajo realizando mi genial encantamiento con estos cachorros- dijo la bruja.
Y
dicho esto se dirigió al sofá donde se dispuso a descansar un rato.
Cuando la bruja cerró los ojos y comenzó roncar, Víctor silbó un par de veces con cuidado para avisar a Lola de que acudiera rápidamente adonde él se encontraba.
Lola muy despacito fue al lado de Víctor.
- Mira Víctor puedo aprovechar a intentar alcanzar la llave ahora que la bruja está dormida- dijo Lola a Víctor.
- No, haremos algo mejor. No podemos arriesgarnos a hacer ruido y que se despierte antes de que tú puedas coger la llave. Así que mejor haremos otra cosa. Mira, tengo el diente de Unicornio- dijo Víctor enseñándole a Lola el diente.
- ¿Cómo lo has conseguido? –le preguntó Lola
- Se lo he robado mientras se agachaba para recogerme del suelo- dijo Víctor. Podríamos administrarle el conjuro para que no se despierte en largo rato y nos dé tiempo a liberar a los perritos sin que se dé cuenta. Pero no logro recordar las palabras mágicas.
- ¡Yo sí que las recuerdo! -exclamó Lola. Estuve muy atenta cuando las pronunció. Ella dijo en voz alta y señalando a los perritos “Tres palabras sin razón, oirán vuestras orejas y con mi diente inerte, os dormiréis de repente”.
- Muy bien, pues toma el diente y ve al lado de la bruja. Corre, ve rápido- dijo Víctor.
Lola cogió el diente y se dirigió hacia la bruja que al sentir su olor comenzó a abrir los ojos.
- ¿Pero que hace esta niña aquí? – gritó
alarmada la bruja.
Pero Lola no le dejó reaccionar ya que en seguida pronunció el conjuro mágico y con el diente en la mano exclamó:
-“Tres palabras sin razón, oirán vuestras orejas y con mi diente
inerte, os dormiréis de repente”
Enseguida la bruja volvió a caer en un sueño muy profundo y Lola precipitadamente corrió en busca de la llave. Con ella en la mano comenzó a abrir todos los candados y los cachorros, comenzaron a salir de cada una de ellas, muy contentos y lamiendo cariñosamente a Lola agradecidos por haberlos liberado.
- Bien, ahora tendremos que liberarnos de la bruja- dijo Víctor. La encarcelaremos dentro de una de las jaulas y avisaremos a la policía para que se haga cargo de ella- dijo Víctor.
Y con la ayuda de los perritos, metieron a la bruja todavía dormida dentro de la jaula.
- ¡Venga, vámonos rápido! -dijo Víctor a Lola.
- No Víctor. Quiero quedarme a esperar a que la bruja despierte. No quiero irme sin saber los motivos por los que la bruja quería deshacerse de todos los perritos- dijo tristemente Lola. Me da mucha pena dejarla aquí sola.
- ¡Pero Lola! Ya sabes. No es una bruja buena. Mira lo que pretendía hacer. No podemos arriesgarnos a que despierte y te aplique otro de sus conjuros- dijo Víctor.
En
aquel momento la bruja despertó y cuando vio que todos los cachorros habían
sido liberados y que ahora ella se encontraba en la jaula, para sorpresa de
Víctor y Lola, comenzó a llorar y llorar desesperadamente.
- Pero mirad todos esos cachorros fuera de la jaula- dijo llorando la bruja. No puede ser que todo mi esfuerzo haya sido en balde. No es posible que estos mocosos hayan tirado por tierra todo mi magnifico plan- dijo la bruja llorando sin parar.
La
pequeña Lola se acercó a su lado y sigilosamente le dijo:
- No llores más. No es posible que ahora llores
cuando querías deshacerte de todos estos cachorros-dijo Lola a la bruja.- Dime. ¿Por qué razón querías eliminarlos? No has visto lo hermosos que son- dijo Lola.
- Pues verás. Los odio porque realmente nunca pude tenerlos como mascota en mi casa cuando era pequeñita- dijo la bruja que continuaba llorando y llorando sin parar.
- Pero ¿Por qué no pudiste?-dijo Lola.
- Mis padres, dos hechiceros muy conocidos en el mundo de la imaginación desde donde yo provengo, no me lo permitieron. Yo de pequeñita adoraba a los perros y quería dedicarme a ellos. Quería que fuese mi animal de referencia para todos mis conjuros y hechizos. Mis padres no estaban de acuerdo en que eligiera a un perro, ellos siempre habían utilizado a los gatos como animal de referencia y yo no podía romper años y años de generación y tradición familiar. El caso fue que, a base de intentar convencerme de la imposibilidad de tener a un perro como animal de referencia, comencé a tener problemas de alergia al pelo de perro durante todas las primaveras. Lo pasaba realmente mal durante muchas temporadas. Así que finalmente acabé odiando a los perros y me fui de casa por la rabia y frustración que sentía por no haber podido ver cumplido mi sueño. Así que viene a este parque de atracciones a vivir, recluida y desterrada para siempre con la única compañía de esta escoba- dijo amargamente la bruja.
- ¿Y por esta razón quieres ahora destruir a todos los cachorros del Universo? - dijo Lola acariciando el pelo de la bruja.
- Así es. Decidí acabar con todos ellos, ya que, si yo no los podía tener por mi problema de alergia, nadie en este mundo los tendría como mascota. - dijo la bruja secándose las lágrimas con su gran sombrero negro.
- Bueno – dijo Lola. Ahora te entiendo un poquito más. Ya sabía yo que no eras del todo mala. De todas formas, tenemos que hallar otra solución a tu problema.
- ¿Sabes una cosa? –continuó explicando Lola. De pequeñita mis padres siempre me leían cuentos de hechiceras y yo me imaginaba que era una de ellas y que volaba con mi escoba recorriendo países y lugares con mi varita mágica. Me ha encantado poder aplicar tu hechizo del diente de Unicornio sobre ti. ¿Pero sabes una cosa? Me hubiera gustado muchísimo más si el hechizo hubiera sido para algo mucho más positivo y dirigido hacia el bien- dijo con tristeza Lola.
Mientras, Víctor permanecía en silencio escuchando a Lola y a la bruja haciéndose confidencias la una a la otra junto a todos los cachorros que permanecían expectantes viendo a la bruja llorar de esa manera. De repente se le ocurrió algo.
- ¡Pues ya tengo la solución a tu problema! - dijo Víctor muy emocionado pensando en la maravillosa idea que había tenido. ¿Por qué no aplicas un conjuro en positivo? ¿No has pensado que en vez de eliminar a todos los cachorros podrías hacer algo mejor? Podrías aplicarte un hechizo para hacer desaparecer tu problema de alergia- dijo muy emocionado Víctor ante la mirada de Lola y la bruja.
- Pues no lo había pensado-dijo la bruja. Con tanto odio y rencor que albergaba mi corazón hacia los perros no había pensado nunca en hacer el bien mediante mis hechizos- dijo expectante la bruja.
- ¡Eso es! Podemos realizar juntas un hechizo para que desaparezca tu problema y de esta manera podrás elegir un cachorro como animal de referencia. Verás cumplido tu sueño- exclamó Lola.
Y
de esa manera Lola, Víctor y la bruja comenzaron a labrar juntos un nuevo
hechizo que aplicarían esa misma noche. Juntos realizaron una nueva pócima
elaborada a base de las castañas y boniatos que Lola tenía en su mochila.
Después se la dieron a probar a la bruja y tomando el diente de Unicornio entre
sus manos, los tres pronunciaron estas nuevas palabras mágicas para hacer que
la bruja dejara atrás su alergia y volviera a sentir amor y respeto por los
cachorros y por el resto de animales:
“Con mi dulce sonido, una nueva luz llegará a tus odios y a través
de este encantamiento, tu problema de alergia desaparecerá en un momento”
Y
así fue como la bruja recobró su amor por los perros y pudo ver cumplido su
deseo de tener a un perrito como animal de referencia. A partir de ese momento
solo aplicaba conjuros para hacer el bien. Había recobrado su alegría por la
vida y la satisfacción de encontrarse bien consigo misma gracias a Víctor y
Lola.
Todos
los perros fueron devueltos a sus antiguos dueños que esperaban ansiosamente su
regreso.
Lola también vio cumplido su sueño de aplicar conjuros y pócimas como toda una señora bruja.
Cuando llegaron de vuelta al parque de atracciones todos sus compañeros celebraron que habían regresado sanos y salvos de su extraña experiencia en el tren de la bruja.
A partir de este momento, muchos jóvenes de todos los lugares celebran juntos el día de la castaña y se reúnen disfrazados por la noche recordando la experiencia que tuvieron Víctor y Lola en el tren de la bruja. Y es por esta razón que actualmente se identifica la época de las castañas y de los boniatos con las brujas, con los magos y con los hechiceros y es denominada en muchos lugares como la noche de Halloween.
Y
colorín, colorado...este cuento se ha acabado.
Mónica
Zambrano y los Wikicuentos multiculturales.
Francés
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