Érase
una vez, hace mucho tiempo, en un hermoso país llamado Rusia, existía una
hermosa reina altruista y generosa como nunca antes había existido en ningún
otro reino.


Los
vestidos eran expuestos día tras día en escaparates y la gente disfrutaba tan
solo acercándose y mirando la perfección con la que habían sido elaborados.
Muchos sastres vecinos acudían a comprobar cómo habían sido elaborados, pero no
encontraban explicación ante tanta majestuosidad y simetría.
Los días pasaban
felizmente en el Pueblo Ruso. Petri era la hija del gran anfitrión que
organizaba las fiestas, era tan solo una niña de doce años, pero le encantaba
colaborar adornando las mesas de los invitados con hermosas flores que ella
misma se encargaba de cuidar en su pequeño invernadero. Petri adoraba a la
reina Eslovana. Como su mamá murió cuando ella era pequeñita, había traslado su
ideal de figura materna en ella y en muchas ocasiones Eslovana le contaba
cuentos infantiles y le cantaba canciones para llenar el pequeño corazoncito de
Petri.
Un
día de repente todo comenzó a cambiar en Rusia, comenzaron a sentirse algunas
voces que anunciaban que un extraño personaje se había instalado en las afueras
del pueblo con extraños propósitos.



Cuando
los espejos estuvieron listos, se encargó sigilosamente de distribuirlos por
todo el pueblo. Los vendía a bajo precio o los sustituía por los existentes
poniendo cualquier excusa para que los Rusos tuvieran que comprarlos. De esta
manera todas las casas y establecimientos dispusieron pronto de los espejos del
sastre maligno.

A
todos les comenzó a invadir el orgullo, el egoísmo y la vanidad. Los vestidos
dejaron de fabricarse y ya no se celebraron más fiestas en el pueblo. Todos los
rusos habían perdido su armonía excepto Petri.
Petri
era la única que no había perdido sus cualidades, aunque se miraba en los
espejos del sastre maligno, sus emociones no se perdían en el reflejo,
permanecían junto a ella. Pero de todas formas se sentía muy triste al
comprobar que el resto de sus compañeros, familiares y amigos habían perdido
sus sentimientos positivos.
Petri
se encontraba muy sola ante tanta emoción maligna, intentaba buscar una
explicación para que su pueblo volviera a ser el de antes, pero no hallaba el
motivo que hacía que las personas se hubieran trasformado de aquella manera.


Así
que un día decidió salir a inspeccionar el terreno acompañada de Holly su
pequeño hámster. Se dirigió con su pequeña bicicleta hacia las afueras del
pueblo y llegó hasta la casa del extranjero. De manera sigilosa se asomó a
través de la pequeña ventana que daba al comedor de la instancia y desde allí
contempló estupefacta la colección de vestidos que el sastre malasangre estaba
confeccionando:
- ¿Has
visto eso Holly?- dijo Petri dirigiéndose a su hámster. Son como los vestidos
que nosotros elaborábamos antes. Son como los nuestros, y ahora parece ser que
este extraño sastre los confecciona con la misma perfección con la que nosotros
los elaborábamos antes de perder nuestras maravillosas emociones- dijo
tristemente Petri.
-
Quizás esto guarde relación con lo que ha estado ocurriendo en nuestro pueblo-
continuó meditando para sí misma Petri.
De
repente, el sastre maligno se levantó de la silla, se dirigió hacia la chimenea
y en lo alto alcanzó una gran llave con la descendió escaleras abajo.


Al
día siguiente Petri volvió muy temprano a la casa del sastre malasangre. Por
suerte este se hallaba durmiendo plácidamente en su habitación. Tenía que
aprovechar en ese momento para introducirse en su casa y hacerse con la llave.


Holly
escuchó atentamente las instrucciones de su querida amiga y permaneció alerta
al principio de la puerta desde donde podía comprobar los movimientos del
sastre.


-
Gracias Holly. Ahora mismo nos ocultaremos detrás de ese espejo- dijo Petri. Pero
tendrás que dejar la llave donde estaba, antes de que el sastre descubra que no
está allí. Yo le esperaré aquí a verle aparecer e intentar seguirle por el
interior del laberinto para comprobar hacia donde lleva el camino de los
espejos.
Y
dicho esto Petri cedió la llave a su hámster que con ligeras dificultades pudo
dejar la llave en su sitio antes de que el sastre pudiera echarla en falta.
Al
cabo de un rato Petri escuchó abrirse de nuevo la puerta del desván y vio
aparecer al sastre seguido de muy de cerca por Holly, que, de momento,
permanecía desapercibida ante los ojos de malasangre pero no podía descuidarse
ya que el sastre iba acompañado por su enorme gato negro que lo acompañaba como
si de su sombra se tratase.

-
Así que de eso se trata- pensó para sí misma la dulce Petri. Ha fabricado esos
espejos para captar las emociones positivas de mis queridos familiares y amigos
de Rusia y ha dejado en su lugar, su pérfido reflejo de sentimientos oscuros-
dijo tristemente Petri. Tengo que hacer algo para devolver las emociones a cada
uno de ellos para volver a recuperar la armonía en mi pueblo. - continuó
meditando Petri.
De
manera pausada Petri siguió de cerca al sastre que la condujo a través de
numerosos pasadizos secretos que formaban un extraño laberinto. Cuando llegaron
a final de él pudo comprobar que el gran centro se hallaba un gran espejo de
oro y diamantes desde donde podía verse el reflejo de la reina Eslovana.
-
Mira Walter. Eslovana cada día amanece hermosa y pura en su reflejo. Pero en
cuanto me mire a través de él esas emociones volverán a ser mías y con ellas
las del resto de los espejos de todos los ciudadanos de Rusia- dijo exclamando
mirando maliciosamente a su gato que permanecía a su lado de manera perpetua.
- ¡Oh
Dios mío!, no puede ser. ¡Es el reflejo de Eslovana!- dijo Petri muy alarmada.
Así que cada día el pérfido sastre se mira en su reflejo y roba todas sus
emociones positivas. ¡Mira que llega a ser malvado este sastre malasangre!
Cuando
el sastre acabó de mirarse en el reflejo de Eslovana su espíritu volvió a
recobrarse de energía positiva.
-
Vámonos Walter a seguir fabricando más vestidos hermosos y perfectos para
vender- dijo malasangre.
Petri
volvió a seguir al sastre por el laberinto intentando acordarse del camino,
pero comprobó que resultaba muy difícil adivinar el recorrido ya que había sido
estratégicamente diseñando para que nadie a excepción del sastre pudiera llegar
hasta la sala central del espejo de Eslovana.
Petri
tuvo que esperar dentro del laberinto hasta el día siguiente a que el sastre
volviera a aparecer. Aprovechando que dejó abierta la puerta del desván pudo
salir al exterior y pudo reunirse con su querida mascota.
-
¡Hola Holly! ¿Me has echado de menos? - dijo cariñosamente a su hámster. He
descubierto muchas nuevas cosas que más tarde te explicaré. Juntos tenemos
que elaborar un plan para derrotar al sastre malasangre- dijo muy seria Petri.
Cuando
llegó a casa Petri meditó durante largo rato la manera en cómo podría devolverles
a las personas sus emociones perdidas.

-
Entonces si alguien se reflejara en él captaría las emociones de Eslovana también.
- continuó pensando Petri.
-
Si pudiéramos llevar a Eslovana al interior del laberinto y que se reflejara en
él sus emociones volverían otra vez con ella, pero el resto de reflejos
continuarían permaneciendo en los demás espejos- dijo Petri desanimada.
-
Aprovecharemos una noche para introducirnos en el laberinto, buscaremos ayuda
de tus amigos los hámsteres que recorrerán todo el laberinto reflejándose en cada
uno de los espejos. Ellos captarán las emociones positivas retenidas y
volveremos al poblado donde se volverán a mirar en los espejos del pueblo.
Cuando cada emoción esté de vuelta en los espejos de origen, haremos que todos
los ciudadanos se vuelvan a mirar a través de ellos y de esta manera recuperen
sus emociones positivas perdidas. Después destruiremos todos los espejos
malignos de las casas y de los establecimientos para evitar que se vuelva a
producir la misma situación. Las emociones negativas volverán a los espejos del
sastre que en cuanto vuelva a mirarse en el espejo de Eslovana solo encontrará
las sucias emociones que nunca debieron salir de él.

Una
vez concretada la primera parte del plan, Petri decidió que lo podrían en
marcha al día siguiente durante la noche, cuando el sastre y su enorme gato
permanecieran dormidos.


Los
hámsteres volvieron al poblado y gracias al plan de Petri todas las emociones
volvieron de vuelta la armonía a Rusia. Holly entregó la nota al padre de Petri
que se encargó de destruir los espejos.
Ahora
faltaba eliminar al sastre para que no volviera a tramar de nuevo otro pérfido
plan que acabara con el equilibrio Ruso.

Mientras
se dirigía hacia el desván iba pensando en la cantidad de nuevos vestidos que
fabricaría ese día.
De
repente Holly apareció delante de los ojos de Walter que se quedó asombrado
viéndola recorrer toda la estancia y comenzó a perseguirlo por toda la casa.

El
sastre se dirigió como siempre al desván y fue recorriendo los diferentes
pasillos. Detrás de él se acercaba Holly seguido desesperadamente de Walter. La
segunda parte del plan estaba surtiendo efecto. El gato cuando hubo llegado al
pasillo de los espejos se quedó asombrado viendo en todos los espejos el
reflejo de los hámsteres que Petri durante toda la noche había dibujado en
ellos. Cuando se acercaba a cada uno de ellos para alcanzarlos no hacía más que
chocar contra ellos y de esta manera iba acumulando las emociones negativas
acumuladas en cada uno de ellos.
Una
vez que el gato las captaba los espejos quedaron vacíos sin nada que volver a
reflejar nunca más.
Petri
y Holly se dirigieron a la salida del laberinto antes de que el sastre se diera
cuenta de lo que estaba ocurriendo y con un gran estruendo cerraron la puerta
principal del desván para siempre sellándola con un gran candado para que el
sastre nunca más pudiera salir del laberinto.

Pero para su asombro cuando el sastre se miró en el espejo solo descubrió la imagen de un gato negro desprovisto de emociones.
Con gran horror en su voz comenzó a gritar desesperadamente, llorando y gritando de rabia que se vio transformada en un gran maullido.
En aquel momento apareció Walter desesperado buscando al hámster, lleno de las emociones negativas de su querido amo.
De
esta manera Petri libró a todo el poblado del malvado sastre y con ello volvió
a reinar la armonía en el país de Rusia.

Y
no podemos dejar de lado a los buenos hámsteres y a la fama que consiguieron
por ser unos animales muy listos y capaces de encontrar la salida ante
cualquier laberinto.
Lo
que no es del todo cierto es que la ruptura de los espejos cause mala suerte ya
que para Petri y el poblado Ruso supuso la vuelta a la paz y la armonía que
nunca debieron ser arrebatadas de la gente bondadosa de Rusia.
Y
colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Los
Wikicuentos multiculturales Por Mónica Zambrano.
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