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En busca de la inspiración perdida


Cuentos de Italia: En busca de la inspiración perdida:






Érase una vez….hace mucho tiempo, en el gran precioso país de Italia, vivía un jovencito llamado Nicola.


Nicola era artista y era el encargado de alegrar todos los palacios y las casas de Italia con sus diseños de figuras, pinturas y esculturas elaboradas a mano y diseñadas expresamente según los gustos de sus clientes. Era muy popular y conocido en toda Italia. Cada día tenía más encargos que elaborar y cada vez le costaba más terminar sus obras. Se le veía cansado y abrumado por las obligaciones.
En ocasiones no dormía ya que tenía que entregar los trabajos al día siguiente y a los clientes siempre les urgía tenerlos listos en determinados momentos que a Nicola no le venía del todo bien.
Llegó un momento en que Nicola sentía que a sus pinturas y esculturas les faltaba algo, la chispa de innovación y gracia que tenían anteriormente parecía que se había perdido. Los clientes dejaron de llamarlo, ya que consideraban que sus obras eran muy repetitivas y poco originales.
¡Estoy muy cansado ¡- exclamaba Nicola para sí mismo. No puedo más. Estoy abrumado y triste. No es posible que esté todo el tiempo ocupado realizando trabajos que al final no se venden porque los clientes han perdido la confianza en mis obras- continuaba explicando Nicola muy enfadado y con un gran desánimo en su voz.
 Nicola no quería volver a su rutina diaria, se había dado cuenta que sus obras no eran iguales que las de antes. Ya no le gustaban. Su manera de pintar y elaborar las piezas labradas había cambiado y sentía que ya no eran tan bonitas. Tenía que volver a encontrar la inspiración que antes tenía para poder realizar las pinturas con la misma maestría.

-        ¿Donde habrá ido a parar mi inspiración?- pensaba Nicola.
 -         No entiendo en qué momento me perdí entre tantas obligaciones. ¿Qué puedo hacer para volver a recobrar mi fama y prestigio? Si no consigo descubrir qué les falta a mis pinturas, nunca volveré a ser el gran artista que era antes- exclamaba Nicola sin dejar de pensar en su desgracia.

-Después de meditarlo mucho, Nicola decidió partir al día siguiente de viaje. No avisó ni a sus clientes ni a su familia de adónde iba, ya que quería estar un tiempo solo, pensando en las razones de su falta de motivación.

Nicola recogió unas cuantas cosas de casa y las dispuso en un pequeño saco Llevaba lo mínimo indispensable para estar de viaje unas semanas.

Primero decidió ir a visitar Pisa. Siempre le había gustado recorrer países y ciudades pero sus obligaciones no se lo habían permitido.

Cuando hubo llegado a Pisa descansó unas horas y se dirigió a pasear por sus jardines y calles.
Pisa era una hermosa ciudad, muy emblemática por el gran ogro que sujetaba la famosa torre construida por un temible hechicero.
Tiempo atrás, el hechicero había querido acabar con la tranquilidad del Pueblo de Pisa construyendo una gran torre inestable a la que todo el pueblo temiera por su posibilidad de derrumbarse y causar daños su gente.

El pueblo de Pisa durante mucho tiempo valló y protegió la zona para evitar el derrumbamiento de la torre.  Ahora un gran ogro se encargaba de sujetarla y así evitaba que en cualquier momento se pudiera llegar a caer.
Nicola no sabía por qué el ogro sujetaba la torre así que decidió satisfacer su curiosidad y fue a preguntarle los motivos por los cuales se dedicaba a esa labor. 
- Creo que el ogro debe sujetar la torre obligado por los reyes de Italia- pensaba para sí mismo Nicola.

- Posiblemente lo tenían encarcelado y le ofrecieron la oportunidad de limpiar sus culpas ocupándose de esa buena labor- continuaba explicando Nicola. 
Una vez que estuvo delante de la gran torre se acercó al ogro y exclamó:
 - Buenos días señor ogro-dijo Nicola.
- Buenos días- contestó el ogro bruscamente. ¿A qué debo el honor de tu visita? -  preguntó el ogro mirando hacia el lado dónde provenía la pequeña vocecita de Nicola.
- Me llamo Nicola y soy artista. Me dedico a pintar y labrar mis esculturas. - dijo tristemente.
 
- ¿Y que se supone que haces en Pisa?-  preguntó el ogro.
- Pues verás…- dijo Nicola.  He perdido mi fuente de inspiración, ya no pinto igual que antes. Mis obras no se venden y estoy muy triste por ello. He decidido viajar para poder conocer mundo y ver si de esta manera vuelve mi inspiración perdida. 
- ¡AHH!- contestó el ogro. ¿Y por esta razón has venido a Pisa?- dijo el ogro. 
- Sí, quiero conocer gentes y lugares y entender un poco más la naturaleza, los valles y los poblados. También estoy aquí porque me gustaría hacerte una pregunta. ¿Por qué estas todo el día sujetando esta torre?- preguntó Nicola. 
- Hombre, porque si no se caería y destruiría todo el poblado- contestó el ogro pensando que Nicola era un poquito bobalicón.
- ¡No hombre, eso ya lo sé! - dijo Nicola. Mi pregunta es por qué lo haces. ¿Te lo ha mandado el rey?- preguntó el Italiano.

- NO. Lo hago porque es lo que quiero hacer. Mi vida siempre había sido muy penosa, haciendo daño a la gente, hiriendo a princesas y matando a príncipes, pero llegó un día en que me di cuenta que estaba muy solo. No tenía a nadie con quien compartir mi vida y el amor llegó a mi pequeño corazoncito de ogro. Conocí a la princesa Carolina y entendí su temor hacía la posibilidad de que la torre cayera. Así que decidí hacer algo por ella y ayudarla. Pero sobretodo lo hice por mí, para estar siempre junto a ella. Así que decidí dedicarme a sostener la torre. Día y noche estoy aquí con la ilusión de que Carolina venga a visitarme. Ella viene a verme todos los días. Me trae siempre comida y charlamos un poquito.
- Es preciosa ¿sabes? -dijo el ogro muy dulcemente.
 -¡ Ahh! ¡Pero qué bonita historia! Pues quizás Carolina me sirva como fuente de inspiración a mí también. Esperaré aquí para verla y hablar con ella.- contestó Nicola esperanzado.
Finalmente, Nicola se encontró con la princesa y estuvieron hablando durante un rato.  Nicola se dio cuenta que era una princesa verdaderamente hermosa y educada. Se explicaron mutuamente anécdotas de sus vidas e historias sobre otros lugares. Después Nicola partió sin más demora con la esperanza de haber encontrado de nuevo su inspiración perdida.
En cuanto llegó a su habitación comenzó a pintar y pintar, pero para desgracia suya, la inspiración no llegaba. No sabía qué hacer ni qué dibujar. Tristemente la belleza de Carolina no había surtido efecto y continuaba sin poder crear buenas obras.
Al día siguiente partió hacia la ciudad de Venecia. Venecia es una hermosa ciudad muy conocida porque sus calles están inundadas por pequeños canales de agua que la envuelven. Para poder cruzarlos es necesario utilizar pequeñas góndolas que son guiadas por diferentes personas de allí.
 Nicola quería recorrer esos canales subido en alguna de esas góndolas y poder disfrutar del paisaje. Pensaba que quizás el nuevo aire de Venecia podría devolverle su inspiración perdida.

Cuando llegó allí se acercó a un gondolero y le pidió que le guiara por la ruta más hermosa que conociese.
 -         Hola, soy Nicola. Me gustaría hacer un recorrido por toda Venecia con tu góndola. ¿Me podrías guiar por la ruta más hermosa que conozcas? - preguntó Nicola al gondolero.

-         Por supuesto. Es mi trabajo-  exclamó sonriendo el joven gondolero. Mi nombre es Germán.
Tras las presentaciones Germán condujo a Nicola a través de los canales de Venecia. A medida que lo iba recorriendo le iba explicando la historia de la ciudad, cómo se produjeron los canales y el mantenimiento de la ciudad.
Nicola estaba muy emocionado escuchando a Germán y de repente pensó que quizás debía estar cansado de contar siempre las mismas historias a los turistas y hacer siempre los mismos recorridos.
-         Pero aun así parece vérsele feliz y contento explicándolas Pareciera que es la primera vez que las cuenta. -meditaba para sí mismo Nicola.
En aquel momento sus pensamientos se convirtieron en palabras y con un sobresalto le preguntó a Germán:
 -         Germán, me gustaría hacerte una pregunta. Siempre haces los mismos recorridos y explicas las mismas cosas a los diferentes turistas, pero no parece que esto te afecte. Se te ve muy feliz y contento contándolas. Dime ¿Por qué no estás cansado y desmotivado si siempre haces lo mismo? - preguntó Nicola.
-         Pues verás Nicola. Aunque sea un trabajo rutinario y posiblemente tú lo consideres pesado para mí no lo es.

Considero una alegría poder contarles mis historias a los turistas. Es un orgullo para mí conducirlos por toda mi ciudad y que conozcan un poquito más mi hermoso país. ¿Dónde puedo encontrar yo un trabajo más hermoso que este? En ningún lugar. Para mí es una satisfacción poder enseñar donde he nacido y lo que he vivido. No lo cambiaría por nada. – explicaba emocionado Germán.
-         Ah! Pues tienes razón. Mirando las cosas desde tu punto de vista el trabajo se hace más liviano- contestó Nicola sorprendido por la respuesta.
Una vez realizado todo el recorrido Nicola se despidió de Germán y se dirigió hacia su habitación.

Mientras descansaba pensaba detenidamente lo que Germán le había explicado y en verdad Venecia era una de las ciudades más hermosas que nunca antes hubiera visto. Pero su inspiración continuaba sin aparecer. Pensaba y pensaba, quería pintar un hermoso paisaje veneciano, pero parecía que su creatividad continuaba sin aparecer.

 
Nicola cada día estaba más triste. Casi ya se había dado por vencido y estaba a punto de volver a su ciudad. Volvería a su ciudad tal y como se había ido. Vacío y desanimado.
Al día siguiente Nicola pensó que antes de partir haría su última visita.  Iría a la ciudad de Roma.
Cuando Nicola llegó a Roma comprobó que también era una hermosa ciudad. Los diferentes edificios estaban construidos con una gran armonía y arquitectura perfecta. Decidió entrar al Vaticano. Allí se quedó asombrado de la majestuosidad de aquella iglesia. En ese momento anunciaban una gran misa.
 
La misa fue preciosa. Toda la gente que se hallaba en el templo se daban muestras de cariño y ánimo entre ellos como si se tratasen de verdaderos hermanos.
 Nicola prosiguió con sus pensamientos. Pensaba que debía ser muy aburrido dar las mismas charlas cada día en la iglesia, pero a pesar de ello, el papa no había dado muestras de cansancio ni de desmotivación alguna.
 Mientras Nicola meditaba el papa, acompañado de un par de monaguillos, se dirigía hacia la salida de la iglesia.
 -         Hola muchacho- dijo dulcemente el papa. ¿Has escuchado hoy mi misa?
 -         Si…respondió con cierta admiración Nicola.
 -         ¿Y qué te ha parecido? – preguntó el Papa.
   -       Ha sido realmente hermosa. He aprendido muchas cosas escuchándola. Realmente admiro su manera de orar.

Tras hacer una ligera pausa Nicola continuó su charla con el papa. 
    -Si no es indiscreción me gustaría hacerle una pregunta. Si siempre repite las mismas oraciones y frases ¿Cómo es que usted no se cansa ni se desmotiva? ¿Y cómo es que la gente sigue acudiendo a su misa si siempre se repiten las mismas frases y las mismas misas? - preguntó esperanzado Nicola esperando obtener la respuesta a su falta de inspiración.

-         Pues verás joven, en las misas que yo realizo, aunque se repitan siempre las mismas oraciones y frases el significado de las mismas siempre cambia.  Las oraciones siempre se transforman. Cada frase y cada oración adquiere un significado diferente para aquel que escucha, aunque siempre digan lo mismo. Esto ocurre porque mediante la palabra intento transmitir el amor hacia la vida y hacia todas las cosas que nos rodean, intento transmitir la fe en Dios y que mis palabras aporten esperanza e ilusión a todo mi pueblo. En cada misa pongo una intención diferente aunque las frases sean las mismas- explicaba el papa al joven Nicola que escuchaba atentamente. 
-         ¡Ah!- contestó Nicola. Así que es por esta razón que el pueblo nunca se cansa de oírselas recitar y por ello siguen acudiendo a misa todos los días. - exclamó Nicola imaginando como sería acudir todos los días a misa. 
Dicho esto, el papa prosiguió su camino y Nicola se dirigió a su habitación para recoger sus cosas y partir a su casa al día siguiente.

Por fin el día de regreso a casa llegó y Nicola seguía sin haber encontrado su fuente de inspiración. Ni la belleza de Venecia, ni la hermosura de Carolina, ni la armonía de Roma habían conseguido aportar la motivación y creatividad que Nicola había perdido. 
Aquella noche cuando llegó a casa, Nicola descansó como nunca. Le dio tiempo a reflexionar, a meditar y a rememorar todos los encuentros con personas y lugares que había tenido durante su viaje. 
Mientras meditaba se quedó dormido y a media noche se despertó en sueños. En aquel momento no sabía si todavía estaba en sueños o despierto, pero cuando recobró la conciencia algo había cambiado en su interior. Por fin se había dado cuenta que durante todo este tiempo estaba buscando la inspiración en las cosas externas, países, paisajes y personas. Había estado muy ocupado trabajando sus obras buscando tan solo el reconocimiento del exterior. Solo le había importado hacerse famoso y ser conocido como el mejor artista de Italia.

Pero tras su largo viaje y el hecho de haber entendido los motivos por los cuales el ogro, el papa y el gondolero eran tan felices haciendo sus respectivos trabajos a pesar de la monotonía de los mismos, había hecho entender a Nicola que   lo importante no es el reconocimiento exterior si no los sentimientos que uno expresa mientras realiza su labor. Esto era lo que Nicola había perdido. Había comprendido que lo importante era poder disfrutar haciendo sus pinturas, poder expresar sus sentimientos de amor por el arte en cada una de sus obras y poder reflejar el significado de la creación y de toda la vida en ellas. Había entendido que lo más importante es lo que uno siente y pretende transmitir en sus obras y no tanto el reconocimiento externo o la búsqueda de fama mediante ellas. 
A partir de ese momento Nicola fue cambiado su manera de ver las cosas. Ya no le importaba que la gente no comprara sus pinturas, no le importaba llegar a ser el mejor artista de toda Italia, tan solo le importaba crear sus obras feliz y contento por el simple hecho de poder hacerlo. 
A partir de ese momento Nicola creaba sus pinturas guiado por su amor interior. No cedía ante las exigencias externas ni se ponía más responsabilidades de las que podía abarcar. 
De esta manera casi sin darse cuenta, volvió a recobrar la fama y el prestigio que antes tenía. 
Como señal de agradecimiento a la vida, a Dios y a los compañeros que le habían ayudado a recobrar su creatividad e inspiración, diseñó una gran fuente a la que llamó “la fontana de Trevi”. Está fuente se convirtió en una de las más famosas obras que envuelven Italia. A ella acuden multitud de personas dejando caer una pequeña moneda en sus aguas, esperando que las gracias de la vida y sus deseos más internos se conviertan en realidad al igual que Nicola pudo recobrar su creatividad.

Y colorín, colorado…este cuento se ha acabado…
Por Mónica Zambrano. Los Wikicuentos multiculturales









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