Erase una vez, hace algún tiempo vivían unos pequeños seres diminutos llamados los nanitos. Los nanitos vivían plácidamente en una zona muy apartada del bosque donde convivían ocultos de los seres humanos, a los que temían porque sabían que no cuidaban muy bien la naturaleza ni sus bosques y muchas veces habían salido lesionados en mano de alguno de ellos. Allí se encargaban de la siembra de las cañas de azúcar que utilizaban para la construcción de sus pequeñas casitas. Como disponían de un gran terreno sembrado por cañas de azúcar , les era muy fácil poderlas utilizar como elemento para la construcción de sus hogares. Utilizaban el azúcar que extraían de las cañas y los mezclaban con otros elementos de la naturaleza para crear una masa compacta que usaban como elemento para la construcción como si de cemento se tratase.
En ellas vivían muy cómodamente, las moldeaban y las pintaban a sus gustos y esto hacía que el bosque de los nanitos luciese bonito y hermoso haciendo que fuese un lugar muy idóneo para vivir.
Un día, de repente, algo comenzó a crear alarma entre los nanitos. Por primera vez sus cañas de azúcar estaban siendo devastadas por las aves silvestres que vivían en las zonas próximas a su bosque. Hasta el momento, nunca habían tenido necesidad de alimentarse de sus cañas de azúcar , ya que se alimentaban de las plantas e insectos que encontraban en los terrenos vecinos que labraban los seres humanos. Pero ahora lago extraño estaba ocurriendo ya que las aves habían comenzado a alimentarse de sus cañas de azúcar y esto estaba ocasionando que los nanitos dejaran de tener material con el que construir sus lindas casitas.
No sabemos qué está ocurriendo- dijo malhumorado Polin, uno de los nanitos jefes del poblado.

- Deberemos averiguar por qué las aves ahora necesitan de nuestras cañas de azúcar para alimentarse. Antes no las necesitaban , se alimentaban de las plantas y de los insectos que cultivaban los seres humanos del otro lado del bosque. Algo ha pasado allí que les está obligando a alimentarse con nuestras cañas- dijo Telina, otra de las nanitas.

- Yo te acompañaré- dijo muy entusiasmada Talina. Quiero averiguar lo que está ocurriendo, sino nuestro bonito poblado quedará prácticamente destruido si no tenemos material con el que construir y reparar nuestras casitas.
Y dicho esto los dos nanitos, Talina y Silvano decidieron partir en busca de las tierras de cultivo que los humanos tenían al otro lado del bosque.
Con la ayuda de sus queridas amapolas voladoras se dirigieron volando hacia la zona del bosque de los seres humanos.


- Aquí tenemos la respuesta a nuestra pregunta- dijo muy triste Talina. Es por esta razón que las aves se han visto obligadas a acudir a nuestra siembra de caña de azúcar para alimentarse. Ya no pueden seguir nutriéndose de las plantas e insectos de esta zona ya que está totalmente repleta de residuos- continuó diciendo Talina.

- ¡Mira la cantidad de residuos acumulados! ¿Cómo es posible que la situación haya llegado hasta este límite? Aquí es imposible que vuelva a crecer vida- dijo muy apenado Silvano.
- ¿De dónde provendrá esta enorme cantidad de basura? – preguntó sorprendida Talina.

Talina y Silvano volvieron a subirse en sus amapolas voladoras y llegaron hasta la zona de donde provenían todos aquellos residuos.
En seguida vieron como una gran fábrica de calzado había sido construida en aquella zona y que despedía una gran montaña de humo y de contaminación por su gran chimenea. Pudieron comprobar que salían despedidos a través de sus conductos y cañerías miles y miles de productos resultantes de la fabricación de los zapatos y todos ellos eran almacenados en grandes camiones que posteriormente descargaban en la zona de las tierras donde antes se cultivaban plantas y vegetales.

- Por culpa de estos residuos que provienen de aquí las aves se han visto obligadas a buscar alimento en nuestras cañas de azúcar- dijo Silvano.
- Si pero si las aves continúan abasteciéndose de nuestras cañas, pronto acabaran por desaparecer también, acabaran extinguiéndose. No disponemos de tantas como para poder compartirlas con ellas- dijo tristemente Talina.
- Pues tendremos que intentar hacer que la fábrica de calzado cierre o que deje de verter sus productos residuales en las tierras de las aves- dijo Silvano.
- Pero es muy difícil convencer a los humanos para que cierren una fábrica mientras tengan beneficios. No lo harán. Ya sabes cómo son los seres humanos. Anteponen sus negocios al bienestar de la naturaleza y de los bosques- dijo muy triste Talina.
- Bueno, volvamos al bosque a contarle a nuestro jefe nanito lo que está ocurriendo , quizás el tenga una idea mejor para evitar que la situación empeore y que tengamos que abandonar nuestro hogar por falta de material de construcción para nuestras casitas- dijo sollozando Silvano.
Y los dos nanitos se marcharon de nuevo al bosque acompañados por sus amapolas voladoras.

Mientras tanto, el pequeño Manel se encontraba muy entretenido buscando champiñones y setas con su hermana Vanesa en una zona muy próxima al bosque de los pequeños nanitos.
- ¡Mira ese de ahí!- dijo Vanesa dirigiéndose a Manel. ¡Es enorme!! Cógelo con sumo cuidado para no dañar sus pequeñas raíces- continuó diciendo Vanesa.
- Si. Tranquila. Papá me explicó cómo hacerlo correctamente – dijo Manel.

- Nunca hemos ido a aquella zona de allí- dijo Manel. Quizás encontremos más de ellos.

- ¡Venga Talina, a tu puesto!. Ya están muy cerca de nosotros- dijo Silvano dirigiéndose a Talina.

- ¡Mira eso de ahí. No parece un insecto!- dijo Vanesa señalando a la pobre Talina que seguía corriendo en dirección a las cañas de azúcar.
- De prisa. Cógelo- dijo Manel dirigiéndose a su hermana.
Y los dos niños se abalanzaron sobre la pobre Talina que fue a parar en manos de Manel.
- ¿Pero se puede saber quién eres tú?- dijo Manel mirando extrañado a Talina.
- Parece un pequeño enanito- dijo Vanesa.
- No soy ninguna enana- dijo muy enfadada Talina. Me llamo Talina y soy una nana

- No soy un insecto. Ya te he dicho que soy una nanita. Somos seres del bosque y vivimos en nuestras pequeñas casitas construidas con el azúcar de las cañas- dijo Talina a los niños.
- ¿Y hace mucho tiempo que vivís en este bosque? Nunca os habíamos visto por aquí- dijo muy convencida Vanesa.

- ¡Ah!! No te preocupes. Nosotros no aplastamos insectos ni bichos. A nosotros nos gusta la naturaleza y los bosques.- dijo Vanesa.
- Así que sois los nanitos del bosque. Encantado. Yo soy Manel y ella es mi hermana Vanesa. Estábamos buscando champiñones y setas cuando de repente hemos visto esta zona repleta de cañas de azúcar y nos dirigíamos a verlas de cerca- dijo Manel.
- Si. Lo sé. Hemos sido nosotros los que os hemos guiado fuera de nuestro poblado . Siempre lo hacemos cuando os vemos aparecer- dijo Talina. Utilizamos métodos de despistaje para hacer que no prestéis atención a nuestro poblado y os vayáis rápidamente hacia otra zona del bosque.
- ¡AH!! Es por esto que siempre habéis permanecido ocultos. Pues hoy te hemos descubierto- dijo riéndose Manel.
- Si, es cierto. Hoy no me ha dado tiempo a llegar a mi puesto de despistaje. Es que acababa de llegar con mi amapola voladora de ver el estado de las tierras de cultivo vecinas y estaba muy triste por ello- dijo muy apenada Talina.
- ¿Por qué? ¿Qué es lo que ocurre allí?- dijo Manel muy curioso.
- Pues veras. Nosotros construimos nuestras casitas con el azúcar que extraemos de estas cañas ya que son muy fáciles de cultivar y fáciles de usar. Con el azúcar y el polen de las amapolas y otras hojas creamos una masa con las que fabricamos nuestros hogares. Después los adornamos y pintamos con alegres colores. Pero ahora cada vez tenemos menos cañas con las que fabricar nuestras casitas, ya que las aves están comenzando alimentarse con ellas- dijo muy triste Talina.
- ¿ Y por que las aves acuden ahora en busca de vuestras cañas? – preguntó asombrada Vanesa.
- Porque ahora ya no pueden alimentarse de los vegetales de las tierras vecinas ya que están totalmente destruidas como consecuencia de la contaminación y de los residuos que una fábrica de calzado lanza sobre ellas.-continuó explicando tristemente Talina.
- Si, es la fábrica nueva de calzado que han abierto recientemente en el pueblo- dijo Vanesa.
- Pero está prohibido lanzar productos de residuos a las tierras de cultivo- dijo Manel.

- Pues tenemos que hacer algo para que cierren la fábrica- dijo muy convencido Manel.
- Lo hemos intentado todo. Pero no la cerraran. – dijo muy triste Talina.
- ¿Y por qué no construís vuestras casitas con otros materiales del bosque?- preguntó Vanesa. Así no necesitarías las cañas de azúcar para construirlas.

- Si pero si las construís con la ayuda de otros materiales más resistentes evitareis estar siempre rehabilitándolas ya que por la acción de la lluvia y del viento el azúcar se deteriora muy rápidamente.- dijo Manel.
- Se me ocurre algo- dijo muy emocionada Vanesa.Igual que habéis construido un sistema para poder camuflar vuestras casitas en el bosque podemos construir un mecanismo para utilizar los residuos de la fábrica como materiales de construcción. Si los clasificamos por tipos de residuos agrupándolos y ordenándolos podremos destruirlos y volver a utilizarlos de nuevo- continuó Vanesa.


Pues es muy buena idea- dijo Talina esperanzada. Es necesario contarle vuestra idea a nuestro jefe para empezar a darle forma y pensar cómo construir el mecanismo de destrucción- reconstrucción del que me habéis hablado.


El sistema de engranajes se pondría en funcionamiento gracias a que estarían conectados a pequeños triciclos que los nanitos se encargarían de poner en marcha con sus pedaleos. Una vez accionados los engranajes, estos removerían los residuos que acabarían convertidos en un nuevo material para su utilización.

Y así fue como lo hicieron. Todos los nanitos junto con la ayuda de los escarabajos peloteros empezaron manos a la obra y en seguida comenzaron a ver los primeros resultados.
Las tierras de cultivo de las aves enseguida estuvieron limpias y aunque la fábrica de calzado seguía vertiendo sus residuos en ellas, los escarabajos se encargaban de transportarlos a las zonas de clasificación y los distribuían dentro de la cadena de reciclaje. Los nanitos los esperaban cada uno subidos en sus respectivos triciclos muy contentos y felices sabiendo que ahora nunca más les faltaría material para la construcción de sus hogares.


Y es por esta razón, gracias a Manel y a Vanesa, que a partir de ese momento muchas de las fábricas que posteriormente se abrieron, se dieron cuenta de que si ellos realizaban el mismo mecanismo que los nanitos dentro de sus fábricas, podrían disponer de nuevos materiales reutilizados para construir nuevos objetos y accesorios reciclados. De esta manera no se desperdiciaría tanto material y con ello también se evitaba la contaminación del medio ambiente.
Y colorín, colorado. Este cuento se ha acabado.
Los wikicuentos multiculturales. Mónica Zambrano.
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